Larga noche en mi penumbra,
donde la danzarina llama no alcanza,
las sombras corren por las paredes,
igual que mis miedos en mi mente.
Y mi corazón, no latía.
Corriendo en el jardín y no en el de las delicias,
los rosales arañan como gatos mis pantorrillas,
esas flores que antaño cada mañana olías,
hoy adornan tu tumba, como mañana la mía.
Y mi corazón, no latía.
¡Oh! Poderoso trueno que persigues al rayo,
no martirices mis sentidos con tus gritos de agravio,
¡Oh! Mortal que vives sin vivir y no duermes por no morir,
¡Pesadilla que incluso despierto robas mi hombría!
Y mi corazón, no latía.
Corro huyendo de la oscuridad, del trueno,
desnudo como un recién parido, la lluvia asea mis pecados,
¡No soy digno de tal regalo! Como no lo era de sus abrazos.
¡Maldición del relámpago! Mostro de ella su silueta.
¡Maldición del trueno! Oí de ella su voz en el acantilado.
Y mi corazón, ahora latía.
¡Mi amada regresó de donde nadie quiere ir!
Resplandece el rayo y muestra el final de mis pasos,
grita el trueno ¡Detente! Y como polluelo vuelo,
caigo y pétalos de roja rosa rozan mi piel.
Pero mi corazón late.
Vuelo en caída ¿Tal vez hacia Dante?
Corona de rosas, pero de reina y no, funeraria,
veo en tu cabeza, mientras escucho el rugir del mar acercarse,
tal vez no Dante, si no Poseidón, es quien te llevó,
Y mi corazón late y late.
Ya te alcanzo, te rozo y te agarro,
tu rostro hermoso en la lejanía,
se torna al del monstruo de mis pesadillas,
¡Grito de terror! Pero añoro tus besos.
Y con fuerza sigue latiendo.
Veo las rosas, aunque marchitas, en la cabeza de la abominación,
y con mis labios entreabiertos y mis ojos entre cerrados,
bese a la pesadilla con rosas coronado,
Despierta, despierta mi amado.
Latía como en la guerra un tambor.
Y aquí, sobre su tumba de rosas arrodillado,
con mis sentimientos destrozados,
leo en su fría lapida el epitafio.
Aquí yacerá por siempre mi corazón.
Y ya no late, ni por nadie lo hará.
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