¡Llegó el verano!

Publicado el 19 de junio de 2024, 17:50

     Y llegó el verano ¡Por fin! Todos a disfrutar ¡Ups, todos no! Como no y siendo habitual os lo explico. El veranito está muy, pero que muy bien, pero no para todos, únicamente para los que tenemos dinero ¡Perdón que se me ve el plumero! Para los que tienen dinero. Ya te puedes poner el pantaloncito hortera de estampado hawaiano o el bikini ajustado tapando lo justo para que el camarero de la terraza no le tire la sangría por encima al inglés rosa de turno, que si no tienes cash en la cartera, te toca trabajar al sol o peor, estar de vacaciones encerrado en tu casa o pasear por las tardes, paseo marítimo arriba, paseo marítimo abajo, mirándonos con odio ¡Perdón una vez más! Mirando con odio a los risueños clientes de las terracitas.

    Aunque es verdad, que muchos valientes asalariados, tras terminar su jornada semanal, deciden salir a disfrutar el domingo. Tienen el valor de sentarse en la terraza del bar más concurrido a orilla del azul y salado mar, como cualquier pudiente mortal, por que no ¡Con dos huevos! Y pedirse unas cuantas cervezas. Su esposa y ama de casa pudorosa que, la reconoceréis por llevar un pareo que insinúa poco o nada, se tomara unos cuantos tintos de verano a la vez que los dos chiquillos, inquietos por haber tomado cola-cao marca blanca, rico en cafeína y vete a saber en que más, porque no es normal el jaleo que montan, se pimplan refrescos azucarados uno tras otro ¡Como si ya no parecieran venir de marcha de cualquier after hour. Y ración de calamares, tras ración de mejillones, tras ración y ración, para comer como si mañana Pedro Sánchez, terminara de destruir el mundo conocido y fueran a pasar alguna clase de penurias “Esto un poco de ironía sí que es, que cada uno lo pille como quiera” disfrutan de la vida. Y son felices, todo lo felices que se puede ser durante esas dos horas que dura el acto de poder codearse con los mortales pudientes.

     Pero luego llega el momento “No el de la física, a ver si estudiamos un poco que no puedo dároslo todo mascado” Ese momento, que sabes que esta cerca, porque el camarero ya preguntó dos veces —¿Falta alguna cosilla por aquí? — Y ha respondido un templado —No, gracias estamos llenos— ¡Como para no estarlo después de la degustación de postre, café y copa! Decide pedir la cuenta cuando ve al cocinero salir a fumar. Cuando se la traen, la mira con cautela y se la enseña a su mujer. Esta que pensaba que la cosa era gratis le exclama a su marido — ¡Cuatro euros la cerveza y te has tomado seis! ¿No se habrán equivocado? —. Claro, los tintos de veranos eran gratis para todas las mujeres que vinieran con pareo y con críos chillones y molestones.

     Total que ya en el coche, diciéndose el uno al otro —A este bar no venimos más—, interior mente piensan “Pues nada, ya hasta el verano que viene” Lo bueno que los críos llegaran a la casa y se quedaran dormidos enseguida o por lo menos ellos cruzan los dedos para que ocurra, por que entre el puntillo de la cerveza, el del tinto de verano, el del gin-tonic y el Baileys, que se tomo ella, por que el ginebra no le gusta, se están mirando con ojillos tiernos.

    Pues sí, esa es la verdad, que el verano lo disfrutamos más unos que otros, no hay duda, pero si al final del día lo terminamos echando un polvo, pues ni tan mal, digo yo, pero con aire acondicionado como los pudientes mortales, no con pobres ventiladores.

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