¡Ay, los amores de nuestras vidas! El otro día hablando con unos amigos, bueno más bien conocidos bueno, realmente estaban en la mesa de al lado y me metí en la conversación. Llamarme entrometido, pero ya me había tomado el café y me estaba aburriendo. La conversación iba sobre los amores “Sí, de esto hablamos los hombres ahora en los bares, el mundo se va a la porra” Esos amores a los que les ponemos un nombre: El primer amor, el amor platónico, el amor de tu vida, el amor prohibido, el amor de tu vida 2, el amor toxico, el amor de tu vida 3, etc.
Estuvimos hablando de todos, por supuesto por que no había partido de futbol ¡Si no, imposible claro! Después pensé en un amor que no habíamos puesto en la lista. Un amor, que para mí, creo que es uno de los mas bonitos, aunque tal vez no se puede considerar amor, por que suele dar a edades muy tempranas. Me refiero a ese amor, que te nace en el corazón en la época que vas al colegio. No sé puede considerar que es el primer amor, por que nunca suele pasar nada, ni tan siquiera un beso; un tirón de la trenza de pelo como mucho o un vergonzante tartamudeo cuando te pide prestado el sacapuntas. Pero claro, en esa época te podías enamorar de una compañera de clase o de una maestra o de tu prima la del pueblo o de la amiga de tu madre o peor aún, de la madre de tu mejor amigo ¡Se caga la perra y ni un solo beso! Bueno, la madre de tu mejor amigo siempre te daba uno cuando te veía; mira eso que te llevas a la tumba.
Pero con esa edad, digamos entre los doce y catorce años, ¿Quién no perdía los aires por un compañero o compañera de clase? Los que tenemos una edad, a aquella época escolar se la llamaba Educación General Básica: EGB. Hoy no tengo ni idea como la llaman, creo que es Tik Tok o Instagram o algo así.
Te imaginabas día tras día, diciéndole algo a esa niña que te tenía loco. Ensayabas un discurso que concluía con la pregunta ¿Quieres que nos veamos en el parque después de clase? Pero al final cuando la tenias delante, tu vistiendo la camiseta de tu equipo de futbol y ella, una de los New Kids on the Block “Ellas maduran antes, no lo olvidemos” Te quedabas mudo, no podías articular palabra y entonces ella, llevada por las risas de sus amigas te preguntaba ¿Qué pasa? Y tu muy maduro le gritabas ¡El burro por tu casa! Y echabas a correr, para ponerte en la fila para entrar a clase, mas rojo que un tomate y más hundido que el Titanic: Sí, cuando yo era niño el Titanic llevaba hundido un montón de tiempo.
Y así pasaban los días y así se pasaban los cursos. Lo gracioso era cuando llegaba el ultimo curso y te ibas de viaje de estudios. Lo que no le habías dicho en todo este tiempo se lo querías decir en el viaje y pensar, rezar, en que por fin conseguirías ese ansiado beso. Pues no, pardillo antes y pardillo en el viaje. Todos en la piscina del hotel y esas niñas que siempre habías visto tan vestidas, hoy las veías en bikini: Para un chaval de catorce años con las hormonas nerviosas como esperando un paquete de Amazon, eso era en bragas y sujetador. Tu las mirabas y las veías muy distintas y te mirabas tu y le preguntabas a Dios ¿Pero por que yo sigo teniendo cuerpo de crio y ellas no? Bikinis de todos los colores y con toda clases de estampados. Era como estar en un jardín, pero faltaba un color, el mas importante, el mas puro ¿Adivináis quien lo tenía? Y de repente, como si de una película americana se tratase, todo el mundo se aparta y ves a la niña de tus pensamientos y te das cuenta al verla vestida con aquel bikini blanco, que aquella niña, que ya no lo era tanto, ya no estaba a tu alcance, si alguna vez lo estuvo. Agachas la cabeza, te das la vuelta y te vas al agua de la piscina a hacer el cafre con los otros niños con cuerpos de niño y corazones rotos.
No sé si se le puede considerar amor, algo sí, aunque fuéramos muy críos para una palabra, para un sentimiento tan grande. Lo que estoy seguro, es que es algo precioso, y lo es, por que la maldad que puede tener un niño ante el amor es insignificante. Cuando vamos haciéndonos adultos, todo se va retorciendo de forma rara y casi nos hace olvidar lo que significa la palabra amor. Hoy recuerdo aquello como si fuera ayer y sin embargo, como adulto, hay amores “por llamarlos así, ya me entendéis” que ni recuerdo como se llamaban o de qué color tenían los ojos.
Esa es la auténtica verdad entre la pureza del corazón de un niño y el remendado y oscuro corazón de un adulto.
Lo bueno es que siempre recordamos con cariño esas vivencias de niño ¡Maldita sea crecer!
Añadir comentario
Comentarios