—¿Quién es?—
Resuena por los pasillos de mi alma.
—¿Quién es?—
Vuelvo a escuchar la voz de mujer
—¿Quién es?—
Chismosa pregunta de alcahueta.
La oscuridad a mi alrededor y la luz al final,
tengo frio, pero no me importa,
estoy en mi casa en paz,
pero no dejo de escuchar,
la exigente voz preguntar.
—¿Eres tú?—
La chismosa cambia el tercio.
—¿Eres tú?—
Corro por el pasillo en busca de tal entrometida,
—¿Eres tú?—
Sigo a la voz, como ella a mí me busca.
¡Maldita sea! Me grito en la penumbra.
¡Maldita sea! Este pasillo de recuerdos,
de viejos sentimientos y tristes anhelos,
estiro mi brazo al final de la oscuridad,
noto el frio pomo entre mis dedos,
y abro una puerta hacia la voz o hacia el infierno.
—-¿Estás aquí?—
La escucho y la veo y esto es el infierno.
—¿Estás aquí?—
Exige una voz de mujer, alrededor de una tabla.
—¿Estás aquí?—
Maldita bruja de los sentimientos.
—¿Estás aquí?—
¡Que me crucifiquen si la contesto!
No entiendo ¿Quién son estos que invaden mi casa?
¿Qué hacen con las manos sobre esa tabla?
Los miro y el alma se me rompe cuando la reconozco,
aunque su rostro arrugado y su pelo encanado,
no hay duda es ella, tras la llama de la vela, mi amada,
y no puedo evitarlo y la hablo.
¡Sí, mi amor, estoy aquí!
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