El mundo está extraño de narices. Nos avisan los dioses, con mensajes de tornados cada vez más inexplicables, fax de tormentas en fechas inapropiadas, emails de sequias o de inundaciones, algún que otro inoportuno Whatsapp a las 4 de la madrugada alertándonos del plástico en los océanos. Y que hacemos nosotros, pues tomar cerveza y darnos duchas de agua fría.
Si lo pensamos bien, el problema no es que todo se vaya a la porra. El problema es que estemos nosotros cuando se vaya. Yo lo veo con el rabillo del ojo, por que pienso vivir mucho tiempo o hasta que haya cerveza; después ya no merecería la pena. Pero calculando, el planeta será, después de la corrida de la humanidad, un condón desechable en cincuenta años. Pues creo que a esa orgia no llego. Así que preocupado, lo que se dice preocupado y lo digo con una cerveza en la mano, no mucho. Ahora, mis sobrinos se van a cagar.
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